Coach

Joder! ¡Voy a llegar tarde! Mi primer día como coach y voy a llegar tarde. Mierda. Tenía que haberlo dejado todo bien preparado anoche. ¿Dónde habré puesto el word con las citas? Uf, aquí está el pendrive de la presentación. ¿Por qué tendré esa manía de etiquetar las carpetas con nombres en clave? Cuestión de seguridad, barrera antihackers, sí, pero si tan solo fuera capaz de acordarme después en qué carpeta dejé qué documento. PhoneRAx no. -MercxFy tampoco. enEspPUI menos. tasdeeCO vale, aquí está. Copiado al pendrive. Mira que me lo dije, tenía que haberme levantado una hora antes. Ahora no voy a poder afeitarme ni arreglarme la barba. Una galleta, leche, a morro. Venga, concéntrate, «No tengo tiempo para tener prisa» «No tengo tiempo para tener prisa» «No tengo tiempo para tener prisa» (John Wesley), qué gran verdad. Respirahondo, respirahon do, respira hondo, respira. Vale, ya está.

A ver, me quedan veinte minutos. Si cojo un taxi estaré allí en diez. En la guagua me puedo tirar media hora, por lo menos. Andando, ni te cuento. La moto, imposible, tenía que haber arreglado los frenos hace ya quince días. El taxi. ¡Mierda! ¿Puede esperar un segundo?, me he dejado algo en casa. No problem, el taxímetro está en marcha. ¿Y el iPhone lo dejé cargando en…? Vale, el baño. A ver, repaso, el portátil y el iPhone en la mochila, el pen drive también, el puntero láser. Parece que está todo. ¡Las gafas! ¡Las gafas! Y el del taxi ahí tan tranquilo, fumando apoyado en el coche. Luego se quejan de Uber. «Nunca subestimes el poder de un cliente enojado» (Joel Ross), qué gran verdad.

También es casualidad que hoy sea el Puto Día de las Santas Manifestaciones. Media hora ya en el taxi y no estamos ni a medio camino. Está todo el centro colapsado. Joder. Joder. Joder. ¿Quién me mandaría a mí hacerme coach? Bueno, no dramaticemos. Temple esos nervios. Relájese. A fin de cuentas, estabas en el paro y tus dos grados en Occitano y Estudios Semíticos no te estaban sirviendo para mucho. Ahora tienes blog, cuentas en Twitter, Facebook y Linkedin, estás haciendo nuevas amistades, tus veinte seguidores adoran tus consejos y frases de buenrrollismo en ciento cuarenta caracteres, y ya hay al menos un político local, un concejal no adscrito, interesado en contar con tus servicios. Y para eso no has necesitado más que los tres mil quinientos euros, gracias, papá, del curso superior de ciento veinte horas, un servidor gratuito, mucho morro y hacerle la pelota a los gurús del sector en la Red. Y voilá, ya estás invitado a la primera jornada: Líderes & Networking. Working InByFor the Net. Así pues, calma. Con este tráfico, es hasta posible que se haya retrasado la inauguración de las jornadas. Y recuerda. Valor y resiliencia. «Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él» (Paulo Coelho), qué gran verdad. Cóbrese, por favor, me bajo aquí.

Corro como un loco por la avenida, con el maldito portátil dando coces en mi espalda y el sudor fluyendo por todo el cuerpo. ¿Y dice usted que es? Coach, coach, ya se lo he dicho. Maldito policía, es ver a un tipo moreno corriendo con barba y mochila, y ya te caen encima. Extranjero, entonces. ¿Extranjero?, no, de aquí mismo. ¿Y qué nombre es Coach? A ver, deneí. Coach es una profesión. Si usted lo dice. Agente, por favor, que llego tarde. Tranquilo, a ver. Aquí pone Estudiante. Sí, como ahora se renueva cada cinco años. Bueno, puede irse, pero procure usted no volver a saltarse semáforos en rojo, y menos con esa pinta, ya sabe la psicosis que hay estos días. Gracias, gracias. Vuelta a correr. He pisado un charco, no quiero ni mirar. No ha llovido en un mes. Qué asco, me ha llegado hasta las rodillas. Maldita sea, y aún no tengo decidido el golpe de entrada, la frase o el gesto que acapare la atención del público, el giro que los deje a todos con la boca abierta, pensando, ¡menudo crack!, ¡menudo crack es este coach! ¿La adivinanza? ¿El reto? ¿El chiste? ¿Qué chiste? «El éxito tiene una simple fórmula: da lo mejor de ti y puede que a la gente le guste» (Sam Ewing), qué gran verdad. Ahí, al fin, ahí está el hotel.

Macho, llegas tarde. No me hables, no me hables. ¿Has visto el tráfico? Lo siento, de verdad. No pasa nada, esto va supermegaretrasado. Por cierto, encantado de desvirtualizarte. Yo estoy encantado de desvirtualizarte a ti también. Es lo mejor que tienen estos saraos, la desvirtualización, yo te desvirtualizo, tú me desvirtualizas, ellos se desvirtualizan… Por cierto, me encanta tu blog. ¿Sí?, ¿leíste las 12 técnicas emocionales infalibles para triunfar en todo lo que te propongas? Esteeee… Bueno, al grano. ¿Conoces a los demás ponentes? Sólo virtualmente. Mira, ésta es @Ana_Coluto, la presentadora. Joder, tío, jajaja, menudas pintas. Entramos en cinco minutos. ¡Andalahostia! ¿Cinco minutos? Tengo que arreglarme un poco, relajarme, concentrarme, repasar… Na, tómate algo rápido, ¿un cafecito? Vale. Tres minutos y te ponemos el micro. ¿Tienes el pincho con la presentación? Sí, aquí… Déjamelo, déjamelo. ¡Ups! ¿Seré patosa? ¿Pues no te acabo de poner perdido de café? ¡Joder, esto quema! ¡Espera que voy a por agua caliente y unos servilletas! ¡Chacho!, grita una voz, ¡los de la mesa redonda ya están saliendo! «El caos es un orden por descifrar» (José Saramago), qué gran verdad. Frota, frota, que ya verás cómo se va quitando.

Froto y froto en la oscuridad del preámbulo, solo ante el peligro. Tiemblo. Calma. Calma. Respirahondo. Resprahndo. Rsprhnd. Ajdkjfodjf. Bdidisje. Me asfixio. ¡Y ya, sin más, les dejo con Esteban Samper (@esamperr) y su Planificación e imagen, claves del éxito! Salgo. Doy cinco pasos. Me planto. Silencio absoluto. Yo los miro. Ellos me miran. Nadie habla. Nobody pestañea. Sólo, en el centro del escenario. La pantalla, detrás (lámina gente guapa gloriosa). Yo delante. Tieso. Sudando. Sudado. El pelo revuelto. Las gafas empañadas. La barba desatada. La corbata a la virulé. La camisa arrugada y empapada de café. Los pantalones impregnados hasta los muslos de vaya-usted-a-saber-qué-efluvio-amarillo. Los zapatos negros, grises. Imagen y planificación, ¿no te digo? Es el fin. Cierro los ojos y me inclino en saludo como un idiota sin saber muy bien por qué. Un tímido aplauso. Dos. Un ¡Wow! Algunas risas. Más aplausos. Ovación. Todo el patio de butacas en pie. Fotos. Tuits. Retuits. Follows y follows sin límite. Amazing! ¡Espectacular! ¡Qué entrada! ¡Qué manera tan original de captar la atención! «¡Menudo crack! ¡Menudo crack es este coach!» (Público Al Borozado). Y entonces fui y me dije: ¡coño, pues es verdad!

Un saludo,
Manuel M. Almeida

Manuel M. Almeida (Las Palmas de Gran Canaria, 1962) es periodista y escritor. Ha publicado las novelas ‘Tres en raya’ (1998, Alba Editorial) —finalista del Premio Internacional Alba/Editorial Prensa Canaria, 1997—, ‘Evanescencia’ (Mercurio Editorial, 2017) y 'El Manifiesto Ñ' (Editorial Siete Islas, 2018), así como las colecciones de relatos ‘El líder de las alcantarillas’ (Amazon, 2016) y ‘Cuentos mínimos’ (Mercurio Editorial, 2017), además de poesía y narrativa recogida en su blog mmeida.com, redes sociales, revistas y periódicos. De 2004 a 2014 mantuvo el blog mangaverdes.es, con el que cosechó seis premios internacionales, entre ellos al Mejor Comunicador en Internet (Asociación de Usuarios de Internet, 2010). Como periodista ha trabajado, entre otros medios, en Cadena 100, ‘La Gaceta de Las Palmas’, ‘La Provincia’, revista ‘Anarda’, ‘La Tribuna de Canarias’, ‘El Mundo/La Gaceta de Canarias’ o ‘Canarias7’, ejerciendo en los tres últimos el puesto de subdirector. Ha publicado dos trabajos discográficos como cantautor, ‘Nueva semilla’ (Diva Records, 1990) y ‘En movimiento’ (Chistera, 1992). Actualmente dirige DRAGARIA. Revista canaria de literatura.

3 Comentarios

  1. Jajajaj genial! Y sí, coach es un nombre extranjero :))) sobre todo para un policía que justo les viene para respirar a muchos y plantearles cambios tan violentos de la realidad es cruel :))) sobre todo con la psicosis reinante…

    Está muy bien esta estampa, pero que muy bien! Un abrazo!

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