La muerte de Leonard Cohen en plena efervescencia Trump me despierta, salvando las diferencias, una sensación muy similar a la de Neruda días después del golpe de Estado de Pinochet. En ambos casos resulta inquietante comprobar cómo la vida nos golpea, de cuando en cuando, con casualidades que adquieren un tono tan simbólico como amargo. Como si quisiera dejarnos bien clara la dimensión de la tragedia, sumando a la derrota política pérdidas intelectuales de incalculable valor, la de aquellos que construyen con su letra y su voz los senderos que conducen a la utopía. Me tomo tus versos como una invitación a seguir trabajando por subvertir el futuro. Gracias, Leonard, por existir.
«Me sentenciaron a 20 años de aburrimiento
por tratar de cambiar el sistema desde dentro.
Ahora vengo, ahora vengo a cobrármelo:
primero tomaremos Manhattan,
después tomaremos Berlín»
Vaya, se queda una un poco tocada después de leer esta entrada. Qué pena la pérdida de Leonard y qué momento tan triste ha elegido para abadonarnos.
Nos quedaremos con su música mientras tanto.