No te creas nada, nada en absoluto cuando te digan que tiene los días contados, que es el eco persistente, el fetiche extemporáneo de una cultura pasada, que las nuevas generaciones simplemente pasan del papel. Que nadie llorará por los libros. Este pequeño de apenas diez meses que aparece en el vídeo demuestra bien a las claras que aún hay quien estima en lo que vale esta joya de la era analógica. Me ha hecho mucha gracia porque, en un tiempo en el que parece que los niños sólo tienen sentidos para los nuevos dispositivos tecnológicos, este bebé pone la nota disonante. Impresiona la rabieta que se coge el ‘enano’ cada vez que el relato llega a su fin, pero lo que realmente me ha encantado es la fascinación que expresa mientras sigue la lectura a través de los labios de su madre.
Y no digo yo que el libro de papel no acabe por desaparecer, pero la literatura, la emoción que transmiten unos versos, una reflexión o una buena historia, ésa no desaparecerá jamás, sea cual sea el formato a través del que se transmita.
Vía: Bored Panda