Cuentan que el pintor pasó las últimas semanas de su vida obsesionado con el cuadro de un niño enfermo. Pero en el cuadro no había niño. Solo una madre destrozada por la pena. Una madre con la mirada perdida en el cielo, implorante, sosteniendo con ternura un amasijo de trazos difusos sobre el pecho. Cuentan que apuraba los días pincelando de negro, gris y ocre la tabla que le servía de lienzo; perdido, ensimismado, intentado reflejar un dolor invisible, un presagio mortal que lo atormentaba. En esos días terribles, él mismo se sentía, pues, niño y enfermo. Cuentan también que todas y cada una de las noches de esas últimas semanas, el pintor, desnudo y angustiado, buscaba refugio en el cuadro. En posición fetal, sobre el seno materno desdibujado, como si quisiera diluirse en él y así huir de aquel terrible presentimiento. Dicen que en ese extraño juego nocturno de pictotransportación halló puntual consuelo hasta que días después, tal como barruntaba, la muerte vino a vencerlo. El pintor de la geometría y el alma, de la mujer y la tierra, de niños y sajorinas, de la soledad y el silencio, es hoy un artista celebrado. Su cuadro, aquel cuadro terrible y redentor, cuelga de las paredes del museo que lleva su nombre y, aunque son muchos los que afirman no ver en él más que una madre desconsolada con un amasijo de trazos difusos sobre el pecho, cuentan que a muchos otros les parece distinguir entre luces y sombras un semblante. Hay incluso quien afirma que el pintor logró al fin confundirse con su obra, que su espíritu vive aún allí, y que cada noche se libera para celebrar en la soledad del museo, triunfante, su victoria sobre la muerte.
Este microrrelato forma parte de mi participación en la XV edición del encuentro literario ‘Escritos a Padrón‘, que reúne cada año la Casa Museo Antonio Padrón. Centro de Arte Indigenista, en Gáldar (Gran Canaria), a diversos creadores que presentan textos inspirados en la obra del pintor. Mi participación se completa con otra pieza, ‘Pre-texto‘, en la que detallo las circunstancias, información y curiosidades que me llevaron a decantarme por este cuadro y que puedes leer también en este blog.
Un saludo,
Manuel M. Almeida