Plague

Casi por casualidad descubrí Plague – The Network hace unos días y debo confesar que, una vez superado mi escepticismo inicial, he terminado por acabar completamente enganchado, o quizá debiera decir completamente contaminado por esta red social de microblogging que presenta dos grandes alicientes: no impone límites a los mensajes y no contempla relaciones tipo ‘amigos’ o ‘followers’. Es decir, no es ni simétrica ni asimétrica, sino más bien ‘antisimétrica’.

Su filosofía es sencilla: tratar a los contenidos como ‘virus’ que se propagan por la Red –tomando el término ‘viral‘ al pie de la letra–. Y su funcionamiento lo es aún más, prácticamente se limita a deslizar la pantalla hacia arriba o hacia abajo, según quieras apoyar o detener, respectivamente, la propagación de la ‘epidemia’. La infección comienza en los cuatro smartphones geográficamente más cercanos a ti y, si el mensaje gusta, irá saltando de móvil a móvil, de región a región, hasta donde llegue la infección que, en caso de máxima viralidad, será a todo el planeta. Todo esto sin necesidad de seguir a usuarios determinados o de que otros te sigan a ti. Iniciar la app, y a contagiar –y ser contagiado–.

Plague admite mensajes que pueden llevar incorporado texto, fotos, vídeos y enlaces. En el caso de los enlaces, basta insertar una URL para que automáticamente te aparezca un resumen del destino, incluido elementos multimedia. Así de sencillo. También permite comentar.


 
Estaríamos pues ante lo que se me antoja una red de comunicación en estado puro, en la que prima el contenido sobre el emisor, y en la que sólo el valor de lo que se comparte, y las circunstancias del momento en que se comparte –mayor o menor presencia de usuarios, por ejemplo–, determinan la viralidad de la propuesta.

A diferencia de sistemas como Twitter, y en definitiva de muchos de los servicios que conocemos, que especialmente en sus inicios ofrecen posicionamiento y visiblidad a cambio de promoción a aquellos que consideran ‘influencers’, aquí todo el mundo parte de la misma posición de salida, constituyendo casi una red anónima de contenidos. En realidad, este anonimato es relativo, ya que siempre se sabrá quién ha sido el ‘paciente cero‘ –no así el resto de las personas que han contribuido a la infección– y, lógicamente, los comentaristas. Cada usuario cuenta también con un perfil básico, pero pronto te darás cuenta de que ir pulsando cada nombre en cada mensaje para consultar los perfiles no tiene demasiado sentido en una plataforma que invita sobre todo, como cualquier epidemia que se precie, a la inmediatez.

Otro detalle de interés es que Plague ofrece estadísticas prácticamente en tiempo real, y de forma visual. Además de los datos que figuran al pie de cada mensaje –número de comentarios, infecciones originadas y origen geográfico–, la app dispone de una sección dedicada en la que puedes ir observando la propagación de tus mensajes, el número de contagios que has provocado o la proporción de usuarios que los han difundido.


 
Como aspectos negativos se me ocurre la imposibilidad de filtrar contenidos por usuario o temas, la exigencia de tener activada la localización y la posibilidad de que se convierta en un campo abonado para contenidos comprometidos, como la pornografía infantil. En el primer caso creo que no hay mucho que hacer, ya que es la esencia misma de la app –por ahora ni siquiera hay etiquetas–. En lo que a la localización se refiere, sus creadores aseguran que están trabajando para hacer posible la comunicación incluso vía wifi y bluetooth. Y sobre el control de material de carácter delictivo, los desarrolladores dicen que también están en ello. Queda por ver también, en cualquier caso, cómo evoluciona la calidad de los contenidos –el sistema ahora mismo está plagado de citas más o menos célebres y memes de todo tipo– y, sobre todo, en el plano profesional, su capacidad para generar feedback o retorno.

Para utilizar Plague – The Network basta con descargarte la app (Android | iOS) y crear una cuenta. Todo lo demás depende de tu capacidad de ‘inocular’ contenidos de interés. Y sí, es gratis 😉

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Manuel M. Almeida (Las Palmas de Gran Canaria, 1962) es periodista y escritor. Ha publicado las novelas ‘Tres en raya’ (1998, Alba Editorial) —finalista del Premio Internacional Alba/Editorial Prensa Canaria, 1997—, ‘Evanescencia’ (Mercurio Editorial, 2017) y 'El Manifiesto Ñ' (Editorial Siete Islas, 2018), así como las colecciones de relatos ‘El líder de las alcantarillas’ (Amazon, 2016) y ‘Cuentos mínimos’ (Mercurio Editorial, 2017), además de poesía y narrativa recogida en su blog mmeida.com, redes sociales, revistas y periódicos. De 2004 a 2014 mantuvo el blog mangaverdes.es, con el que cosechó seis premios internacionales, entre ellos al Mejor Comunicador en Internet (Asociación de Usuarios de Internet, 2010). Como periodista ha trabajado, entre otros medios, en Cadena 100, ‘La Gaceta de Las Palmas’, ‘La Provincia’, revista ‘Anarda’, ‘La Tribuna de Canarias’, ‘El Mundo/La Gaceta de Canarias’ o ‘Canarias7’, ejerciendo en los tres últimos el puesto de subdirector. Ha publicado dos trabajos discográficos como cantautor, ‘Nueva semilla’ (Diva Records, 1990) y ‘En movimiento’ (Chistera, 1992). Actualmente dirige DRAGARIA. Revista canaria de literatura.

4 Comentarios

  1. suena bastante interesante. De hecho, puede que sea la gamificación que tiene la que lo haya llevado tan lejos.

    El concepto de la difusión de contenidos por zona geofráfica da mucho de sí, porque eso te cambia por completo el panorama. Noticias como Kony o el Ice Bucket Challenge bien podrían tener un efecto muy distinto aquí.

    Aún así tengo mis reservas sobre esta red. Por muy útil que sea, muchos seguramente la considerarán como un ‘gimmick’, y una vez que se termine la novedad habría que ver si se puede mantener sobre su propio pie.

  2. Suena realmente interesante. La única pega que le veo (por las capturas de pantalla que he visto) es que puedan ver la localización de quien pública el contenido. Me parece un problema de privacidad.

  3. Ya la he probado y me parece interesante, pero aunque he probado a diferentes horas no hay casi nadie en España.
    También se hecha de menos poder seguir a los que consideres que publican cosas interesantes, o poder acceder a los contenidos que haz re difundido.
    Y efectivamente puede ser un problema una localización tan exacta.

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