La evolución del periodismo

He seguido con mucha atención la serie de artículos que Ben Thompson le viene dedicando a la crisis de los medios de comunicación y, en concreto, a las claves de su declive, el actual estado de cosas y las perspectivas de futuro. La serie alcanza ya los tres artículos, pero creo que es precisamente en el último, publicado bajo el provocador título de ‘Newspapers are dead; long live journalism‘ –que yo reproduzco en el encabezamiento del post–, donde el autor condensa y refleja mejor todos sus argumentos e ideas en torno a este debate.

Básicamente, Thompson considera que el principal problema de las empresas periodísticas ha radicado en la dualidad ética-negocio, es decir en ese ‘muro’ deontológico entre la Redacción y el departamento comercial que permitía a los periodistas contar la ‘verdad’ sin injerencias empresariales. Dualidad que determinó el hecho, en su opinión, de que en última instancia el objetivo final fuese el producto, no el lector (cliente), modelo que funcionó durante mucho tiempo por el hecho de que los anunciantes no tenían otra forma de llegar a los ciudadanos, especialmente en el ámbito local, pero que ha saltado por los aires desde el momento que Internet permite conocer, segmentar y orientar la publicidad hacia los sectores que realmente interesan:

"La vida no es ‘más difícil’ para los periódicos tradicionales, es insostenible. No tienen el mejor contenido, no lo tienen personalizado y realmente no saben nada acerca de la mayoría de sus lectores".

Es curioso admitir que puedo estar de acuerdo en la observación de los síntomas, pero en absoluto con el diagnóstico. En primer lugar, esa dualidad a la que hace referencia Thompson no ha existido nunca en la práctica y, de existir, puede que sólo lo hiciera en los primeros años o ‘años dorados’ del periodismo industrial, pero basta echar un vistazo al devenir de la prensa, especialmente a partir de la segunda mitad del pasado siglo, para comprobar cómo la paulatina adscripción empresarial a poderes políticos y económicos ha ido desmitificando y dejando prácticamente en nada ese principio de independencia.

Es precisamente ese progresivo predominio de las consideraciones empresariales y de poder frente a las periodísticas –junto a la también gradual desmantelación de las redacciones– uno de los principales factores que han contribuido a la devaluación del producto –de su credibilidad– y, en cadena, el interés de los lectores, las difusión, las ventas y la inversión publicitaria. Deriva que ha terminado por estallar con la irrupción de Internet –y sus inmensas posibilidades, tanto para la difusión, como para la optimización publicitaria– y, como remate, con la arremetida de una crisis global que ha dejado al descubierto los cada vez más desgastados cimientos sobre los que se sustentaba la industria.

La búsqueda de esa credibilidad perdida en los medios tradicionales es justamente lo que ha motivado, entre otras razones que van de la comodidad y la superabundancia de la oferta a la participación, el éxodo de los usuarios hacia la oferta digital y, en concreto, hacia los nuevos modelos comunicativos de la Web social.

Por tanto, es cierto que los periódicos hoy no tienen los mejores contenidos ni personalización ni conocimiento de sus lectores, pero no por la dualidad ética-negocio, sino por la ausencia de ella.

Al margen de esta disquisición, me quiero centrar en lo que sí me parece un planteamiento acertado por parte del autor: las posibilidades que ofrece la Red para los periodistas y los posibles modelos de negocio de cara al futuro.

Como hemos visto, Thompson entiende que el ‘modelo periódico’ es hoy ya insostenible, pero apunta también que, sin embargo, en esta era digital al periodista –y, por descontado, a los lectores– se le abre todo un nuevo universo de posibilidades. ¿Por qué?

"― La distribución es, a todos los efectos, gratuita. WordPress, que da soporte a la mayoría de los blogs (incluyendo muchos periódicos) es de código abierto, y los alojamientos son muy baratos. Cualquiera puede ver publicados sus artículos con un mínimo esfuerzo y sin apoyos.
 
― El mercado potencial –cualquiera con una conexión a Internet que puede entender el idioma del escritor– es muy superior al de cualquier periódico tradicional.
 
― El alcance potencial de un post determinado es idéntico al mercado potencial, gracias a las redes sociales como Twitter o Facebook, e incluso el correo electrónico".

Factores que determinarán los modelos de negocio futuros:

"― Cada vez más, el periodismo se basará en pequeños esfuerzos, a menudo de un único escritor. El escritor tendrá un enfoque limitado y será un experto en el campo del que trate. La distribución será libre (una página web) y la mayor parte del marketing se realizará a través de los canales sociales. El costo principal será el salario del escritor.
 
― La rentabilidad vendrá de seguidores de todo el mundo a través de un modelo freemium; el contenido principal será gratuito, con progresivo acceso a debates más profundos, artículos adicionales, datos, autores… disponibles previo pago.
 
― Un pequeño número de medios enfocados hacia noticias de relieve (incluyendo la ‘oficina de Bagdad’) sobrevivirá tras una difícil transición hacia un modelo de negocio centrado principalmente en las suscripciones, con publicidad premium como línea secundaria de ingresos. Esto es lo contrario del modelo tradicional, donde la publicidad es la principal fuente de ingresos, con las suscripciones como línea secundaria".

Unas expectativas que no parecen muy descabelladas, especialmente si tenemos en cuenta que algunas de sus predicciones se están produciendo ya en la actualidad, aunque sólo sea de forma incipiente (periodismo de autor, blogging, especialización, modelos freemium, suscripciones…), si bien me cuesta creer en la desaparición de los grandes portales de la información. A este respecto, veo al igual que Thompson un ecosistema en el que, junto a los nuevos modelos de carácter más o menos personal, coexistan iniciativas empresariales de mayor o menor magnitud debidamente recicladas e integradas plenamente en la filosofía de la Red y de las aportaciones sociales derivadas del periodismo ciudadano.

En cualquier caso, comparto también con el autor el mensaje que subyace en su serie de artículos: puede que los viejos modelos acaben sucumbiendo, pero el periodismo tiene ante sí un panorama excitante, lleno de retos y posibilidades, probablemente como nunca antes en toda su existencia.

Pero eso sí, apostando por la calidad, la independencia y la credibilidad, únicos elementos que pueden garantizar la atención primero, y la fidelidad después, del lector-usuario; piedra angular, en definitiva, en la viabilidad de cualquier proyecto de carácter periodístico.

Manuel M. Almeida (Las Palmas de Gran Canaria, 1962) es periodista y escritor. Ha publicado las novelas ‘Tres en raya’ (1998, Alba Editorial) —finalista del Premio Internacional Alba/Editorial Prensa Canaria, 1997—, ‘Evanescencia’ (Mercurio Editorial, 2017) y 'El Manifiesto Ñ' (Editorial Siete Islas, 2018), así como las colecciones de relatos ‘El líder de las alcantarillas’ (Amazon, 2016) y ‘Cuentos mínimos’ (Mercurio Editorial, 2017), además de poesía y narrativa recogida en su blog mmeida.com, redes sociales, revistas y periódicos. De 2004 a 2014 mantuvo el blog mangaverdes.es, con el que cosechó seis premios internacionales, entre ellos al Mejor Comunicador en Internet (Asociación de Usuarios de Internet, 2010). Como periodista ha trabajado, entre otros medios, en Cadena 100, ‘La Gaceta de Las Palmas’, ‘La Provincia’, revista ‘Anarda’, ‘La Tribuna de Canarias’, ‘El Mundo/La Gaceta de Canarias’ o ‘Canarias7’, ejerciendo en los tres últimos el puesto de subdirector. Ha publicado dos trabajos discográficos como cantautor, ‘Nueva semilla’ (Diva Records, 1990) y ‘En movimiento’ (Chistera, 1992). Actualmente dirige DRAGARIA. Revista canaria de literatura.

2 Comentarios

  1. La persona que se dedica a contar lo que pasa alrededor no va a desaparecer, todos tenemos la necesidad y la curiosidad de conocer qué es lo que se mueve cerca y lejos de nosotros. Lo curioso es que, a pesar de que los medios tradicionales pierden fuerza frente a los digitales, siguen manteniendo el status de “creíbles”. Una noticia de un periodista o medio independiente no tiene tanto alcance como una publicada en un medio “gordo”, algo que hace tergiversar la realidad. Los periódicos puede que desaparezcan debido a su necesidad de ingresos fijos y relativamente elevados, dejando paso a los que cuentan la realidad en la forma en que la ven; pero habrá que ver cómo se ganan la credibilidad otros medios más independientes. Internet ha propiciado esto, y será el verdadero motor del periodismo. Bueno, ya lo es. 🙂

  2. A todos nos gustan los comentarios apocalípticos, y eso lo sabe Thompson, como periodista. En mi opinión no está haciendo otra cosa que aprovecharse de ese cambio, que por otra parte no es nuevo. Coincido, están desconectados los medios y el público, solo que hay un escoyo fundamental detrás de eso. Casi todos los medios han pasado a una carrera frenética para obtener más de la publicidad y tienen menos interés en el público; por tanto, tratan de potenciar clientes para lo que venden. Así, poco a poco migran a algo parecido a revistas del corazón. Yo, por el contrario, pienso que hoy es más importante que nunca el periodismo ideológico, íntimo. Solo que no hay espacio para él.

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