Si alguien me hubiera dicho, a modo de percepción, que las redes sociales le parecen un terreno abonado para la tolerancia o la transigencia política, para la comprensión del punto de vista ideológico del otro y, en mayor o menor medida, el replanteamiento del nuestro propio, lo más probable habría sido que pensara que ese señor o señora no habría pisado jamás, por ejemplo, Twitter.
Basta echar un vistazo a cualquier timeline o hashtag de contenido político para hacerse una idea del grado de polarización y de agresividad que se respira en buena parte de las actualizaciones, especialmente en aquellos hilos en los que se confrontan posiciones no ya radicalmente opuestas, sino incluso ligeramente discordantes.
Con este panorama, uno esperaría que la tendencia fuera la de seguir a aquellos que comparten nuestras ideas, al igual que hacemos con aquellos que comparten nuestros gustos musicales o nuestra pasión por la fotografía. Algo que precisamente los servicios web tratan de acentuar con las llamadas ‘filter bubbles‘, es decir esos algoritmos que amablemente te muestran los resultados de búsqueda ‘que realmente te interesan‘ o las publicaciones ‘relevantes para ti‘, dejando al margen el resto de posibilidades y tu propia capacidad de selección.
Centrándonos en la política, la falta de una cultura de la conversación –cuando no de respeto o simple sentido común–, la proliferación de trolls –aficionados y profesionales– dedicados en cuerpo y alma al acoso y derribo del contrario, el intento de trasladar a la Web 2.0 las formas y maneras de la política 1.0 y, en definitiva, la anteposición del interés partidista al general, tal cual sucede en la esfera offline, son algunos de los factores que contribuyen a esa sensación.
Uno diría que, también en el ámbito del social media, política es confrontación más que conversación, marketing más que escucha activa, pancarta más que propuesta, consigna más que comunicación, tribuna más que espacio de trabajo. Pero puede que esto sea así precisamente porque nuestra visión de la política 2.0 se nutre por lo general de las cuentas de activistas comprometidos, partidos o políticos profesionales, ignorando lo que ocurre con el resto de los mortales, es decir la ciudadanía no militante, y qué efectos a nivel ideológico produce en ellos la acción política en la Red.
Esto puede explicar los resultados de una interesante tesis doctoral de Pablo Barberá en la Universidad de Nueva York, un estudio titulado ‘How social media reduces mass political polarization‘, con datos de usuarios de Alemania, España y Estados Unidos, y que concluye que, lejos de lo que se puede pensar, las redes sociales nos hacen menos sectarios.
En la base de su conclusión se encuentra el hecho de que los medios sociales nos permiten no sólo mantener relaciones más o menos intensas con personas con las que apenas tenemos contacto –o con las que no tenemos ningún contacto– en la vida ‘real’ y, por tanto, accedemos a formas de pensar más heterogéneas, desde luego mucho más que las que nos ofrece nuestro reducido grupo de amistades offline.
Pero la tesis de Barberá viene armada con un estudio estadístico desarrollado durante un año:
"Para probar esta hipótesis, he desarrollado un nuevo método que estima los puntos ideales dinámicos para los usuarios de medios sociales. Aplico este método para medir las posiciones ideológicas de millones de personas en Alemania, España y Estados Unidos a través del tiempo, así como la composición ideológica de sus redes personales. Los resultados revelan que la mayoría de los usuarios de medios sociales están integrados en diversas redes ideológicas, y que la exposición a la diversidad política tiene un efecto positivo en la moderación".
La tesis, aunque habla de redes sociales en general, en realidad sólo refleja en su estudio datos de Twitter, por lo que quizá sus conclusiones pequen de generalistas, especialmente cuando estudios sobre otras plataformas, por ejemplo Facebook (PDF), dicen justo lo contrario.
Puedes ver el estudio completo (PDF) y las notas del autor en su web personal. ¿Pero tú cómo lo ves? En tu experiencia, ¿son las redes sociales terreno abonado para el extremismo o para el consenso?
Las redes sociales reducen la polarización política, según una tesis doctoral
Un estudio apunta que, contrariamente a la opinión general, las redes sociales moderan las posiciones políticas, en lugar de radicalizarlas