Como bien sabrás si sigues mi actividad en la blogosfera, soy un entusiasta admirador de la técnica fotovideográfica del time-lapse, es decir la expresión del movimiento a través de la exposición continuada de fotografías con el objetivo, en la mayoría de los casos, de mostrarnos esas variaciones apenas imperceptibles del paso del tiempo, tanto en el ámbito natural, como en la vida urbana, observaciones científicas e incluso en el proceso de envejecimiento humano.
Esta técnica se ha ido nutriendo progresivamente de algunas otras bien conocidas en fotografía, como el HDR, el tilt-shift o el hyperlapse, en una constante evolución que da fe de su penetración, vitalidad, versatilidad y perspectivas de futuro.
Hoy me topo con este ‘Boston‘, de apellido layer-lapse, un experimento en el que la vuelta de tuerca consiste en superponer, para cada fotografía o fotograma, distintas capas de la misma imagen tomadas a diferentes horas del día, de tal modo que el tiempo deja de fuir en su su orden natural y pasa a estar sujeto a los ‘caprichos’ del autor. Cada instante puede ser día o noche, crepúsculo o mediodía, incluso una combinación de algunas o todas ellas a la vez.
La técnica, como la mayor parte de las aplicadas al time-lapse, no es en sí novedosa, ni en fotografía ni en time-lapse, así que siento contradecir a quienes aseguran que estamos ante una obra revolucionaria. Ya hace dos años -y ni siquiera me atrevo a decir que fuese la primera- dábamos cuenta en Mangas Verdes de un ‘New York. Day and Night‘ realizado con un procedimiento muy similar y, en definitiva, buscando el mismo efecto. Incluso hay una app llamada precisamente Layer Lapse dedicada específicamente a esto.
Eso no es óbice, desde luego, para valorar la impresionante belleza de esta entrega y el talento de su creador, Julian Tryba, que ha invertido 100 horas en tareas de campo, 300 horas en edición y 150.000 archivos de imagen en este sensacional proyecto.
Me encanta, desde luego, pero la novedad es más bien relativa. Puede que Tryba haya refinado y perfeccionado la técnica, incluso podemos otorgarle -dejando a un lado la app- el honor de haber bautizado el método pero, como digo, tanto en el concepto, como en el efecto buscado y el procedimiento empleado, antecedentes haberlos, haylos.