Getty Images, una de las mayores agencias de venta digital de imágenes e ilustraciones –también vídeo y música– bajo la fórmula de stock, se ha convertido en los últimas días en epicentro del debate sobre la gestión de copyright y derechos de autor en Internet en el ámbito de la fotografía. ¿El motivo? Su cambio de modelo negocio, pasando de un sistema restringido de ventas a permitir el libre, pero condicionado, uso de un amplio porcentaje de sus fondos gráficos (se habla de unos 35 millones de imágenes) a través de un código iframe que se puede insertar en blogs y webs.
De esta forma, cualquiera que gestione una página en la Red puede ahora reproducir de forma ‘gratuita‘ aquellos contenidos permitidos por la agencia, siempre y cuando no lo haga con un propósito comercial. Además, Getty ha decidido crear una tarifa plana (descarga de 25 imágenes al día por 249 dólares al mes) para su plataforma ‘menor’ iStock, adquirida por la compañía en 2008.
Dos iniciativas, especialmente la primera, que ha levantado las alarmas entre sus competidores y entre los fotógrafos que entienden que este modelo vulnera sus derechos o que limita las posibilidades de rentabilizar sus creaciones.
¿Pero qué gana Getty Images con esta jugada? ¿Se ha vuelto loca ofreciendo gratis aquello por lo que la gente tendría que pagar? En absoluto. Con esta nueva fórmula, que por otro lado no elimina su tradicional línea de venta –no olvidemos que cualquier uso comercial (revistas, periódicos, web corporativas…) debe seguir pasando por caja–, Getty pretende varias cosas: visibilidad y presencia –a través de la difusión que blogs y webs pueden hacer de su stock–, posicionamiento en el mercado de datos –el código de inserción permite el rastreo y registro de datos de los usuarios que visitan las páginas donde se encuentra (país, IP, duración de la visita…)– y, de cara al futuro, explotación de esos espacios ‘gratuitos’ a través de publicidad añadida. Es decir, un modelo muy similar al que lleva tiempo desarrollando con éxito, por ejemplo, YouTube. ‘El YouTube de la fotografía‘, precisamente, lo han llegado a denominar.
¿Y qué ganan los fotógrafos? Evidentemente, también difusión de su obra, por tanto mayores posibilidades de venta y, según la compañía, en el futuro también una parte, proporcional a la demanda de su obra, de las ganancias obtenidas por la compañía a través del código.
Asistimos, pues, a la ‘crónica de un proceso anunciado’. Un proceso, el de la utilización del enorme poder de difusión que ofrece el copyleft para la comercialización final de cualquier producto, anunciado desde hace años por todos aquellos que vemos en la ‘cultura libre‘ un modelo perfecto para el engranaje de los derechos de autor con las nuevas posibilidades y sensibilidades derivadas de las nuevas tecnologías.
Un debate que se ha centrado principalmente en los últimos años en el cine y la música, pero que tiene en la fotografía –y el periodismo, la literatura…– otros importantes campos de batalla.
Más allá de los reduccionismos ridículos e interesados que hablan de ‘piratería’ o ‘gratis total’ promovidos por la industria tradicional, la liberalización de contenidos se presenta como uno de los ejes fundamentales para el desarrollo de un nuevo modelo económico en Internet, de los modelos empresariales del siglo XXI.
Soy fotógrafo-colaborador de Getty Images desde 2009. Aporté algunas imágenes los primeros meses de mi vinculación a la plataforma, pero perdí el interés poco tiempo después. ¿La razón? El escaso rédito económico, por un lado; y por otro, la imposibilidad de utilizar las imágenes agregadas donde yo quisiera, aunque las tuviese licenciadas con Creative Commons. Si no ganas nada y tampoco puedes difundir tu obra, ¿dónde está la gracia?
Este nuevo paso me atrae un poco más. Como fotógrafo, al que aportar trabajos no le va a suponer renunciar a su difusión; y como usuario, que tiene a su disposición un enorme stock de imágenes de calidad media-alta.
El sistema no es nuevo. Las dos principales redes sociales de fotografía, 500px y Flickr, permiten desde hace tiempo la inclusión de imágenes en otras webs –500px, que también funciona como tienda online, a través de iframe; y Flickr, a través de diversos medios–. Pero sin duda estamos ante un movimiento relevante en la dirección adecuada, en ese proceso hacia la renovación de los parámetros del comercio y la empresa en la era digital y, por tanto, del replanteamiento de los cada vez menos sostenibles fundamentos del copyright y los derechos de autor heredados del pasado siglo.