Una de las consecuencias más fascinantes –quizás la única que podamos llamar así– de eso que hemos venido a llamar la ‘crisis del periodismo’ es la explosión de iniciativas que tratan de idear un modelo de negocio que permita el sostenimiento económico de los profesionales -y, consecuentemente, de la industria- en plena era del libre intercambio de contenidos propiciado por Internet y las nuevas tecnologías.
Llevamos tiempo haciendo seguimiento de algunos de estos proyectos embrionarios, de lo que en un futuro quizá no tan lejano puedan suponer vías sólidas de pervivencia para el periodismo profesional, y hoy nos detenemos en Blendle, una ‘startup’ holandesa que lleva ya unos meses funcionando, sólo en Holanda, y que ahora es noticia por la inyección económica que acaba de recibir nada menos que del ‘New York Times‘ y el grupo editorial alemán Axel Springer, que se han hecho con el 23% de la sociedad por 3 millones de euros.
"Nos obligan a registramos en cada periódico o revista que queremos leer. Nos hacen pagar cuotas mensuales por sitios web completos, mientras hay todo tipo de cosas en ellos que, en realidad, no leemos. Y tenemos que visitar todo tipo de sitios web para descubrir el periodismo de los periódicos impresos y las revistas que nos gustan".
Blendle se define a sí misma como «el iTunes del periodismo» y su fórmula, efectivamente, es similar a la de la popular tienda de Apple, sólo que cambiando archivos de música o de vídeo por artículos periodísticos. La empresa ofrece, tanto a través de app móvil, como en su web, un amplio surtido de contenidos de prensa de papel (periódicos y revistas) -en el caso de Holanda, de la mayor parte de las empresas editoras e incluso de ‘The Economist‘- y los ofrece a unos 20 céntimos por pieza. Los editores se llevan un 70%; la ‘startup’, el 30% restante. Y algo tan singular como atractivo, si no te gusta lo que has leído, te devuelven el dinero.
La aplicación permite navegar por las publicaciones y saber qué es lo que llevan, pero sólo pagas por lo que realmente quieres leer. Además, te da la posibilidad de seguir firmas o temas concretos, suscribiéndote a su ‘timeline’. Cada vez que se publica algo nuevo que se encuentra en tu lista de intereses, el programa te avisa a través de un correo electrónico.
En su primera fase, Blendle ha logrado llegar a 130.000 usuarios, lo que ha levantado la lógica expectación de la industria editorial, que ve en este proyecto un firme candidato a tabla de salvación del periodismo de papel. Y potencial no le falta, aunque me parece que aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo.
De entrada, el modelo de Blendle, plantea varios retos a los editores:
- En primer lugar, obliga a los periódicos a ofrecer productos exclusivos –nadie paga por lo que puede conseguir gratis en otras plataformas (noticias de agencias y notas de prensa, fundamentalmente)–, ahondando aún más en esa especialización que prácticamente todos los defensores del papel ven como válvula de escape para su supervivencia.
- En segundo lugar, resulta imprescindible que esos productos no se ofrezcan en abierto en la Red, lo que hace inviable que se trasladen a versiones digitales en abierto, salvo que se opte por copias reducidas o por subirlas pasado un número determinado de horas o días, lo que puede restar atractivo a sus plataformas online.
- Y, en tercer lugar, pero mucho más importante, puede afectar, y quién sabe en medida, a la venta en kiosco, a las suscripciones e incluso a la publicidad, es decir las tres patas fundamentales de la financiación del papel. ¿Será Blendle capaz de compensarlo?
Pero la aplicación también tiene un grave problema: si el modelo se revela exitoso, ¿qué impediría a las propias cabeceras o a las asociaciones de editores ofrecer aplicaciones de similares características por su cuenta? Es decir, ¿qué puede impedir que Orbyt y Kiosco y Más, por ejemplo, hagan suya esta modalidad de venta por artículo?
Y todos tienen un gran problema común: el de que los usuarios se dediquen a compartir los contenidos completos una vez comprados.
Que Blendle sea capaz de superar o dar respuestas satisfactorias a estos problemas es algo que se verá en los próximos meses o años. Por lo pronto, esta compañía, fundada por dos jóvenes periodistas de 27 años, Alexander Klöpping y Marten Blankesteijn, aprovecha la entrada de capital y el apoyo de los ‘grandes’ para iniciar su expansión internacional. ¿La veremos en España?
La seguiremos con suma atención.