Este es uno de esos posts que llevas tiempo postergando a la espera de encontrar tiempo y sosiego; pero, como uno y otro siempre escasean, no hay otra forma de romper con la procrastinación que lanzarse al asalto del primero y el fomento del segundo para entregarse sin más, de una vez, a la huidiza tarea.
La urgencia, en realidad, era más bien una excusa: el Gobierno de Canarias ha dedicado este año el Día de las Letras al poeta Agustín Millares Sall. La celebración fue el pasado 21 de febrero y a uno le habría gustado publicar en coincidencia; pero, siendo como es Agustín ya un referente eterno, la prisa era más bien relativa y, en realidad, autoimpuesta.
Excusa para hablar de Agustín, por varias razones: por la enorme calidad de su obra poética, por su firme compromiso humano, político y social, y por razones estrictamente personales que me retrotraen a los años de mi adolescencia.
Agustín Millares forma parte del nutrido grupo de grandes poetas que ha dado Canarias, el referente indiscutible en las Islas de la poesía social de posguerra y, sostengo, una de las voces más significativas de este movimiento en todo el ámbito de habla hispana.
Pero no voy a glosar aquí ni su vida ni su obra -para eso ya existen multitud de reseñas, incluida la Wikipedia…-, prefiero centrarme en destacar la vigencia de su mensaje y, sobre todo, recomendar vivamente su lectura.
Desgraciadamente, Agustín no suele aparecer en las publicaciones antológicas y ensayos referidos a la poesía social en español de la segunda mitad del pasado siglo, circunstancia ésta que tiene mucho que ver con sus escasas incursiones fuera de Canarias y la secular dificultad que han padecido los creadores del Archipiélago para dar a conocer su obra más allá de las fronteras insulares.
Sin embargo, por calidad, fuerza y universalidad, el nombre de Agustín Millares tendría que figurar, por derecho propio, junto a los de Gabriel Celaya o Blas de Otero, por citar sólo a algunos de los más destacados representantes de esta escuela.
En un momento como el que atravesamos, de claro retroceso en derechos, libertades y conquistas sociales, la poesía de Millares mantiene plenamente su vigencia y constituye una lectura oportuna y aun diría que imprescindible.
Te dejo dos de sus poemas más populares a modo, si no lo conoces, de aproximación:
"Saludo II
Yo poeta declaro que escribir poesía
es decir el estado verdadero del hombre
es cantar la verdad es llamar por su nombre
al demonio que ejerce la maldad noche y día.
El poeta es el grito que libera la tierra
la primera montaña que divisa la aurora
la campana que toca la canción de la hora
el primer corazón que lastima la guerra.
Colocado en vanguardia sin que nunca desate
su unidad con los pueblos su visión del conjunto
el poeta es el hombre que primero está a punto
para hacerse con bríos a la mar del combate.
El poeta es el pueblo que a morir se resiste
en la súbita noche donde todo se olvida.
Donde no hay libertad no hay poeta con vida.
Ningún pájaro vuela donde el aire no existe.
Yo poeta declaro que la cólera es una
cuando hay algo que atenta contra el sol que nos guía.
Languidece el poeta si la tierra se enfría
cuando no hay corazón ni justicia ninguna.
Yo poeta declaro que en el duro camino
del tiempo el poeta se halla siempre un hermano.
Yo poeta declaro que el poeta es humano
aunque a veces nos haga presentir lo divino".
"No vale
Te digo que no vale
meter el sueño azul bajo las sábanas,
pasar de largo, no saber nada,
hacer la vista gorda a lo que pasa,
guardar la sed de estrellas bajo llave.
Te digo que no vale
que el amor pierda el habla,
que la razón se calle,
que la alegría rompa sus palabras,
que la pasión confiese: aquí no hay sangre.
Te digo que no vale
que el gris siempre se salga con la suya,
que el negro se desmande
y diga “cruz y raya” al júbilo del aire.
Vuelvo a la carga y te digo: aquí no cabe
esconder la cabeza bajo el ala,
decir “no sabía”, “estoy al margen”,
”vivo en mi torre, sólo y no sé nada”.
Te digo y te repito que no vale".
La segunda parte de este post tiene un carácter mucho más personal, sin salirnos desde luego de la figura de Agustín y del ámbito de la poesía. Es, por así decirlo, mi pequeña aportación individual al homenaje que se le rinde en este 2014.
A principios de los ochenta, quien les escribe cursaba sus estudios de COU en el instituto Alonso Quesada (sí, otro poeta). Para ese entonces ya había manifestado mi inclinación hacia la literatura, con un incipiente número de poemas a mis espaldas, y había iniciado también mi tarea de letrista, entre otras, en el grupo Nueva Semilla.
Entre mis compañeros de estudios se encontraba Layo Millares, hijo de Agustín, quien me propuso hacerle llegar a su padre una selección de mis textos para que los analizara y me orientara en el siempre complicado mundo de la creación literaria.
Eso hicimos, y al cabo de aproximadamente una semana desde que Layo se llevase los textos, acudí a su domicilio del barrio de Escaleritas a entrevistarme con quien, para aquel joven de apenas 19 años de edad, era toda un paradigma.
De aquel breve, pero intenso encuentro, recuerdo la afabilidad, la atención, el posicionamiento político-estético y los consejos. Del contenido de la charla les ahorro los detalles, pero valga decir que esa cita supuso una de las razones que me impulsaron a dedicarle los siguientes 15 años de mi vida, prácticamente en exclusiva, a la creación.
De entre el no reducido número de poemas que sometí a su consideración, Agustín me hizo saber cuáles eran sus preferidos. Entre ellos, esta letra de canción ambientada en las enormes dificultades por las que atravesaba –y atraviesa– el sector pesquero en las Islas, y que dejo por aquí como testimonio de esa entrañable y, para mí trascendente, cita literaria:
"Regreso
Pescador ya vas bajando
al compás de la corriente.
En tu mirada,la luna,
y en tu alma va la muerte.
Tu pupila se estremece
al contacto abierto
con el polvo de la noche.
Tal vez rojo, tal vez lila,
tal vez ni rojo ni lila,
tal vez colgado en tu mente.
Mientras huyes de tu vida
por escapar de la muerte.
Apagas nervioso tu pipa
y el humo se te penetra
por entre tu piel curada,
y tu corazón llora,
y sus lágrimas recorren
todo el cuerpo
y sigues viviendo.
Lágrimas rojas
para tu vida, pescador.
Pescador ya ves el puerto
y el faro que te ilumina.
Unas noches te da luz
y otras noches te encandila.
Las luces de la ciudad
te invitan a ser persona
sólo mientras estás lejos,
pero ves la realidad
y te amargas en tu pena
porque todo huele a viejo.
Bajas del barco en el puerto
y caminas hacia la ciudad,
el mundo se abre a tus pies
y las luces te reclaman.
Y te esperan en tu casa,
entrarás cabeza gacha
y tus ojos lloriquean.
Tu mujer y tú, a la cama,
el sol nos traerá un mañana
y otra vez la misma fiesta".
Me ha gustado mucho este post y me has traido recuerdos all leer Escaleritas cuando a mis 18 años estaba yo trasteando por ahí :).
Y el poema “Regreso” me trae recuerdos de muchos lugares de las islas y de mi pueblo “Mugardos” en Ferrol que era de lo que vivía.
Yo soy más de ciencias, aunque me apasiona escribir, pero de edta cabecuta no sale nada bueno.
Gracias Manuel por tus imagenes, post ( y las veces que me haces buscar palabras Que no rrecuerdo) tu música y tantas cosas con las que haces compañía sin tú saberlo.
Muchas gracias también a ti, Beatriz, por tu empecinada y reconfortante compañía 😉
Un saludo.